El 28 de agosto de 1961 en el periódico local de California ‘Santa Cruz Sentinel’ publicaba una noticia de lo más inquietante: un pequeño pueblo de la Bahía de Monterrey, al sur de San Francisco, vivía una lluvia de pájaros que se precipitó sobre los tejados de las casas aquella madrugada.
La población, asustada por la ofensiva de las gaviotas, "salió corriendo de sus viviendas y se defendió con improvisadas antorchas de fuego", relataba el diario. Por la mañana, los habitantes de la ciudad se encontraron con las calles cubiertas por los cadáveres de los animales: “las aves, que vomitaron pedazos de pescado, liberaron un hedor insoportable y pestilente que permaneció durante semanas”.
Aquella historia, que inspiró la película de Alfred Hitchcock ‘Los Pájaros’ (1963), se ha vuelto a repetir medio siglo después. Miles de cuervos han invadido el hasta la semana pasada tranquila localidad de California, en Pennsylvania (EEUU), provocando el caos entre sus habitantes, que no soportan el ruido y los destrozos que provocan las molestas aves.
“Es como si lloviera todo el día, solo que lo que cae del cielo no es precisamente agua”, se queja una residente ante las cámaras de las televisiones locales mientras muestra su coche cubierto de excrementos.
La tortura comienza al amanecer. A Jess Priest le despiertan cada mañana mucho antes de que suene la alarma. “Son mucho más ruidosos que mi despertador”, ha explicado a la cadena CBS este joven que reconoce tener ciertos reparos a salir de casa, aunque no le queda más remedio que hacerlo a diario para ir al trabajo.
Bree Robinson, estudiante de la universidad local se decidió a crear un camión ‘anticuervos’, a los que trató de asustar con fuertes ruidos, pero la intentona resultó ser contraproducente. Los responsables del centro educativo también han probado a dispersar las aves con punteros láser y humo, pero los cuervos siguen campando a sus anchas por el campus.