“Sólo se prohíbe a los cristianos expresar su fe. No voy a ocultar mi creencia en Jesús. British Airways permite a los musulmanes llevar un pañuelo, a los sikh portar un turbante y el mostrar otras prendas religiosas”, afirmó Nadia Eweida cuando fue sancionada por la aerolínea debido a que lucía una cruz en los mostradores de la compañía, en el aeropuerto londinense de Heathrow.
Ocurrió en 2006 y desde entonces pelea legalmente por el derecho a expresar con este símbolo su fe en su puesto de trabajo. Junto con ella se encuentra otro caso, el de la anglicana Shirley Chaplin, enfermera que también sufrió represalias laborales por idénticas razones .
Shirley Chaplin, enfermera anglicana de 57 años, recibió la orden de no usar el colgante con su cruz en el hospital en el cual trabajaba, el Royal Devon and Exeter NHS Trust Hospital. Hacía 40 años que la enfermera llevaba su crucifijo sin que hubiese producido ningún accidente o incidente con los enfermos, pero la dirección del hospital decidió el año pasado que se lo quitase, “por razones de salubridad”.
Eweida y Chaplin decidieron el año pasado llevar a Estrasburgo el caso , porque creen que las sanciones que sufrieron en sus trabajos atentaron contra el derecho a la libertad religiosa.
Sus abogados señalan que están amparadas por el artículo 9 de la Convención Europea de Derechos Humanos sobre libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, en lo referente a “manifestar su religión o sus convicciones individual o colectivamente, en público o en privado, por medio del culto, la enseñanza, las prácticas y la observancia de los ritos”.
EL GOBIERNO INGLÉS, EN SU CONTRA
Su propio Gobierno de Reino Unido, según acaba de conocerse, no las apoyará en el proceso judicial por entender que lucir una cruz o un crucifijo no es “un requerimiento” de la fe cristiana y, por tanto, considera que sí se podría prohibir su uso a los empleados o despedirlos si se niegan a quitárselo.
Es la primera vez que el Ejecutivo inglés se ve forzado a hacer pública su postura sobre el tema y el hacerlo le ha suscitado críticas entre los miembros de la Iglesia anglicana. El ex arzobispo de Canterbury, Lord Carey, ha afirmado que esta postura es un gesto más de cómo el cristianismo, en su opinión, está quedando arrinconado en el discurso político .
“La ironía es que cuando Gobiernos y tribunales dictan a los cristianos que llevar un crucifijo es algo insignificante, se convierte en un símbolo aún más importante para la expresión de nuestra fe”, ha manifestado Carey.