Es difícil ensuciar aún más la imagen de una industria que amenaza con matar a 1.000 millones de personas este siglo, pero un nuevo escándalo puede empeorar la ya maltrecha reputación de las tabaqueras.
Un vídeo difundido ahora por una ONG local muestra a niños, algunos de ellos realmente pequeños, preparando hojas de tabaco para secarlas en una provincia de Pakistán. No son menores echando una mano a la familia, sino niños obligados a trabajar de manera constante para la industria del tabaco.
Un vídeo difundido ahora por una ONG local muestra a niños, algunos de ellos realmente pequeños, preparando hojas de tabaco para secarlas en una provincia de Pakistán. No son menores echando una mano a la familia, sino niños obligados a trabajar de manera constante para la industria del tabaco.
En la región, la provincia de Jaiber Pastunjuá, se abastecen la British American Tobacco (Lucky Strike, Pall Mall, Dunhill y Kent) y Philip Morris (Marlboro, Chesterfield, L&M y Next), según denuncia el blog Tobacco Control de la revista British Medical Journal. La zona, por otra parte, es la misma en la que se escondía el terrorista Osama Bin Laden hasta que fue tiroteado por los Navy Seals.
“Niños de incluso cinco años trabajan también en el cultivo del tabaco, donde están expuestos a la intoxicación por pesticidas y otras enfermedades relacionadas con el tabaco”, alerta la autora del artículo, Marita Hefler.
“No tenemos otra alternativa”
No es un fenómeno exclusivo de Pakistán, sino que está generalizado en muchos países productores. Dos empresas de EEUU compran el 90% del tabaco de Malawi, donde la explotación infantil es la norma, y lo venden a Philip Morris y a British American Tobacco, según denunció el diario británico The Guardian hace un año.
Los niños de Jaiber Pastunjuá están atrapados en un círculo vicioso. Con más de un 60% de analfabetismo en la región, un ínfimo desarrollo económico y pocas oportunidades de empleo, están obligados a trabajar en los vastos cultivos de tabaco y a absorber nicotina por su piel desde muy pequeños.
Sin embargo, advierte Hefler, el Gobierno de Pakistán mira para otro lado. Las autoridades consideran el tabaco una fuente de ingresos. Algunos agricultores pakistaníes, incluso, han denunciado ante los medios de comunicación que el Gobierno está conchabado con las tabaqueras.
“Los grandes productores de tabaco nos están explotando, pero no tenemos otra alternativa”, lamentó hace un mes en una rueda de prensa un portavoz de estos agricultores, Liaqat Yusufzai. “Por culpa de la pobreza estamos forzados a poner a nuestros hijos a trabajar en los cultivos de tabaco”, declaró.
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