El viaje de tres semanas fue organizado por la empresa neozelandesa NIWA y financiado por el gobierno del país en busca de entender la vulnerabilidad ante la acción humana de las comunidades submarinas que habitan las aguas frente a la costa norte del país.
Los científicos opinan que unas 5.000 muestras (entre las cuales se encuentran enormes mejillones de hasta 30 centímetros de largo o extraños especímenes de percebes y gambas) tomadas en un área de 10.000 kilómetros cuadrados, y a una profundidad de 1.500 metros, son nuevas para la ciencia.
Según el jefe de la expedición, Malcolm Clark, las especies halladas "están específicamente adaptadas para aguantar los grandes niveles de sulfuro de hidrógeno gaseoso y agua caliente que produce el conducto hidrotermal".
Todas las muestras se sumarán a la base de datos sobre las estructuras y comportamientos de las comunidades biológicas en la cadena Kermadec, que corre entre Tonga y Nueva Zelanda, y que cuenta con unos 50 volcanes submarinos.
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