Desde las primeras semanas de este 2012 se ha presentado en las costas de Perú una catástrofe natural cuyas causas permanecen hasta ahora desconocidas.
Se trata de la misteriosa muerte de miles de delfines que ha sorprendido a locales y extranjeros por igual, pues hasta ahora el número de muertes ronda los tres mil especímenes sin que nadie acierte a decir a qué se debieron todas ellas.
Por lo pronto varios veterinarios, entre ellos el peruano Carlos Yaipén, aventuran varias explicaciones para el deceso masivo de los cetáceos, entre estas el efecto negativo que podría generar las exploraciones petroleras, específicamente un impacto acústico que en algunos de los cadáveres se ha manifestado en hemorragias alrededor del oído medio y la fractura del hueso periótico ubicado en el oído de los delfines.
Con todo, algunos descartan esta hipótesis por considerar que dichas lesiones no son enteramente fatales. "El animal podría haberse desorientado, sufrir un dolor intenso y realizar un gran esfuerzo para respirar", comentó al respecto Yaipén.
Igualmente se propone el contagio de algún virus, al cual los delfines estarían más vulnerables por el estrés o sustancias tóxicas y contaminantes en su medio. Con un sistema inmune tan sensible como el de los delfines, no sería extraño que los cambios abruptos en su entorno favorecieran una situación adversa para los animales (en este escenario se podría presentar además un problema de salud pública, pues habitantes cercanos a las costas donde encallan los cadáveres están consumiendo la carne de estos).
Para Peter Ross, investigador en el Instituto de Ciencias Oceánicas de Canadá, en muertes masivas como esta siempre están involucrados dos, tres o hasta cuatro factores que actúan conjuntamente para provocar sucesos de este tipo. Igualmente Brandon Southall, ex director de la Administración Oceánica y Atmosférica Estadounidense, considera que estos animales "pueden reaccionar de modo tal que generan una cascada de efectos piscológicos.
Por lo pronto solo queda estar atentos a la explicación que acuerden los científicos, aunque todo apunta que esta cuantiosa y lamentable pérdida se debe al impacto de la actividad humana en el ecosistema de los delfines.