La familia de Shaima Alawadi se acababa de mudar de Michigan a San Diego hacía pocas semanas, tiempo suficiente para que Shaima Alawadi ya fuera advertida y amenazada con otro mensaje escrito en papel al que no dio mucha importancia pensando que era «cosa de niños». A la espera de más investigaciones, la policía no considera que se trate de un «crimen racial» sino de un «episodio aislado», aunque aseguran que centrarán todos sus esfuerzos en detener al violento asesino.
La comunidad iraquí de El Cajón cuenta con 40.000 personas y es la segunda más numerosa de Estados Unidos, después de la de Detroit. Una comunidad conmocionada por los hechos y por las lágrimas de Fátima, de 17 años, que fue entrevistada por la televisión Kusi. Mirando a la cámara exclamó: «Se ha llevado a mi madre, a mi mejor amiga. ¿Por qué lo ha hecho?».
Una amiga de la familia, Sura Alzaidy, ha contado al diario «UT San Diego» que la agresión se produjo cuando el marido de Shaima estaba llevando a sus hijos más pequeños a la ecuela. Alzaidy ha descrito a Shaima como una mujer «respetuosa y modesta muhajiba», término que indica el uso del velo, prenda que seguramente llamó la atención del asesino.
Asesor de soldados
Sura Alzaidy ha explicado que su padre y el marido de la víctima habían trabajado anteriormente juntos en San Diego como «contractor» del ejército estadounidense, cuya misión es la de asesorar culturalmente a los soldados adiestrados para operar en Medio Oriente. Hanif Mohebi, director del Consejo para las relaciones americanas-islamistas, lamenta que la primera amenaza no se hubiera denunciado a la policía. «Nuestra comunidad se enfrenta a tantos episodios de discriminación y odio que no siempre se informa de ellos a las autoridades».