Las autoridades de la ciudad de Uzbekistán en Angren, advirtieron a las comunidades religiosas locales que no realicen “proselitismo”, “actividad misionera” y tampoco les está permitido a los niños y jóvenes que participen en cultos de adoración a Dios.
Saidibrahim Saynazirov, Jefe adjunto de la administración, hizo pública estas prohibiciones en una reunión con representantes de una variedad de comunidades religiosas.
También exigió que las comunidades le proporcionen las listas de sus miembros. Cuando se le preguntó qué base legal tenía para su demanda, Saynazirov dijo que “no está en la ley, pero le recomendamos que lo hagan”. Él negó firmemente que había exigido a las comunidades religiosas que le proporcionan las listas de sus miembros.
“Yo no demandé de esas listas”, insistió. Sin embargo, admitió que él “solo las pidió”. El 2 de noviembre, Saynazirov se dirigió a los representantes de las iglesias católicas, ortodoxas rusas, presbiterianas, adventistas y a las iglesias bautistas.
Las únicas comunidades presentes son las que tienen registro en alguna parte del país, donde el Estado permite que exista. Toda la actividad religiosa no registrada es un delito penal, en contra de los acuerdos internacionales de derechos humanos de Uzbekistán según su política estatal.
También estuvieron presentes en la reunión los presidentes de Mahalla local (barrio residencial) que son los comités. Los Comités de Mahalla, en teoría, son elegidos localmente, pero en la práctica, designados por el Estado, pues son una parte clave de estructuras de control y opresión en Uzbekistán.
Dos colegialas que eran miembros de la iglesia fueron llamadas más tarde a la estación de policía y presionadas a escribir declaraciones en contra del pastor dela Iglesia, Gavrilov Vyacheslav, y dejar de asistir a la iglesia.