Un niño británico de siete años acusado de racismo


Elliott Dearlove se interesó por el color de la piel de un compañero de escuela en el patio. Una profesora oyó la conversación y, escandalizada, corrió a contárselo a la dirección del centro. De nada sirvió que la madre de la supuesta víctima asegurase que no había mala intención en las palabras del niño, el pequeño Elliott fue inscrito como ‘racista’ en el registro del colegio.
Parece que en la escuela primaria Griffin de Hull (Reino Unido) no tienen muy en cuenta aquello de la inocencia infantil. Los responsables de este centro educativo han acusado de racismo a un niño de sólo siete años por preguntarle a un compañero en el patio por qué su piel era más oscura.
Durante el recreo, Elliott Dearlove se acercó a otro menor, de cinco años, y le preguntó con naturalidad: “¿eres de color porque vienes de África?”. La escena, una aparentemente inocente muestra de curiosidad infantil, se convirtió en un peligroso brote de odio racial a los ojos de una de las profesoras, que corrió a denunciar el incidente a la dirección del centro.

Minutos después, la madre del pequeño Elliott recibía una preocupante llamada en la que se aseguraba que su hijo había participado “en un incidente racista”. Hayley White, de 29 años y trabajadora del Servicio Nacional de Salud británico, abandonó su puesto de trabajo y se dirigió al centro.

Cuando llegó se encontró con una inusual petición por parte de los responsables de escuela primaria Griffin: debía firmar un documento en el que admitía que su hijo Elliott era “un racista”. Indignada, la madre se negó y avisó del incidente a las autoridades y los medios de comunicación.

“No se trata de un acto de racismo, sino de la curiosidad de un niño de siete años”, asegura White en una entrevista concedida al diario local thisishullandeastriding.co.uk, en la que además puntualizó que “Elliott ni siquiera sabe el significado de la palabra racismo”.

La intervención de la madre de la supuesta víctima tampoco cambió la decisión de la dirección del colegio. Decidieron aplicar su “tolerancia cero a los actos racistas” a pesar de que según Nicola Allen les aseguró que “en ningún caso” su hijo se había sentido “ofendido” por la pregunta de Elliott.

En cualquier caso, después del trato recibido, Hayley White ya ha pedido el traslado de su hijo a otro colegio.

El efecto contrario

La escuela primaria Griffin defiende que la ley les obliga a registrar “sin excepción” todos los incidentes susceptibles tener tintes racistas. Sin embargo, su denuncia ha tenido un efecto contrario. “Ahora la gente va diciendo por ahí que yo he llamado racista a un niño de siete años”, asegura Nicola Allen, que teme que esa desinformación pueda provocarle problema a ella o los miembros de su familia.

La administración local de Hull confirma que el pequeño Elliott “no es racista” pero justifica la actuación del colegio asegurando que sus gestores no hicieron más que reflejar “un incidente que se identificó como racista por la víctima o un testigo”, algo que se hace en todos los centros educativos del Reino Unido.

‘The Daily Mail’ afirma que casos como el de Elliott Dearlove no son poco comunes en las aulas británicas. Según los datos que maneja el diario, cada año más de 20.000 escolares menores de 11 años son denunciados por casos de odio racial u homofobia.