CARTA DEL PASTOR YOUCEF NADARKHANI, CONDENADO A MUERTE, DIRIGIDA A SU CONGREGACIÓN

A pesar de sufrir en carne propia la dureza de la persecución, el pastor evangélico Youcef Nadarkhani escribió una carta dirigida a los hermanos de su congregación donde les insta ha permanecer fieles a Cristo, soportar las pruebas, seguir las enseñanzas de Jesucristo fieles a la Palabra de Dios
La carta fue difundida hace algunos días, justo cuando Youcef Nadarkhani a dicho por tercera vez, ante el tribunal que lo juzga por el delito de apotasía, que NO dejará su fe en Cristo por el Islam.

A continuación la carta completa…
Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Filemón 1:3
Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que no asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Hebreos 12:1-2
Cuando alguien se interioriza la revelación de la Verdad, esa persona estará dispuesta a compartir eso mismo con otros y también generaciones futuras. Estamos endeudados a todos aquellos que, en el pasado, pelearon por la Verdad, permitiéndonos a nosotros el libre acceso a esta gloriosa revelación de Jesucristo. Aquellos creyentes entendieron muy bien las riquezas y la hermosura de la revelación, y estaban muy dispuestos a pararse firmes para poder entregar el fruto de la revelación. ¿Cómo podemos nosotros llevar semejante fruto para vida eterna? Depende de lo que escogemos.
Primero, tenemos que cerrar nuestros oídos a la voz de las tinieblas, como está escrito en el primer Salmo: Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado – Salmo 1:1.
Segundo es cuestión de abrir nuestros oídos a la Voz del Espíritu que nos habla por medio de la Palabra de Dios, como está escrito: Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche – Salmo 1:2
El fruto de la comunión con el Señor, a través de Su Palabra vivificadora, es estabilidad en esta vida y fruto eterno que otros llevan en sus vidas; como bien nos dice la Escritura: Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará. – Salmo 1:3
“Ven”. Mucha gente admira a Jesús como un modelo único al cual seguir. Y por muchas generaciones mucha gente ha querido llegar a ser como Él. Jesús no vino para ser admirado, sino más bien para darnos un modelo perfecto al cual seguir. Si deseamos ser como Él, precisamos dar un paso de fe, igual a Pedro. Cuando el apóstol vio a su Señor caminando sobre el mar furioso, pidió que pudiese caminar hacia Él sobre el agua. Jesús dijo: “Ven”.
Todo aquel dispuesto a seguir al Señor debería haber escuchado, de alguna manera, a este mando, aparentemente apremiante: “Ven”, un mando que implica un acto de fe, que en ocasiones se conoce como “salto de fe”. Como es muy claro en las Escrituras, lo que podemos ver no es fe, puesto que la fe de la Biblia es definida como: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. – Hebreos 11:1.
Tenemos que decidir, “a pesar de”, para entonces experimentar el poder de Dios. Pero tenemos que recordar que todo tiene que ser hecho conforme la Palabra de Dios. Pedro no experimentó la posibilidad de caminar sobre el agua por razón de haber decidido salirse del barco, sino por razón de la Palabra, el mando del Señor.
La Palabra de Dios nos dice debemos esperar sufrir dificultades, y deshonra por causa de Su Nombre. Nuestra confesión cristiana no es aceptable si acaso ignoramos esta declaración, si no manifestamos la paciencia del Señor en nuestras dificultades. Cualquiera que ignora esto, será avergonzado en aquel día.
Recordemos que en veces ese salto de fe nos lleva hacia un impasse; así como la Palabra guió a los israelitas, cuando salían de Egipto, hacia el impasse del Mar Rojo. Estos impasses están a medio camino, entre las promesas de Dios, y sus cumplimientos, y nos prueban la fe. Creyentes deben aceptar estas pruebas como parte de su cursillo espiritual. El Hijo fue probado en el Calvario de la manera más difícil, como está escrito en las Escrituras: Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia. – Hebreos 5:7-8.
El clamor: “Elí, Elí, ¿lama sabactani?” es lo suficiente para expresar los sufrimientos de nuestro Señor en el Calvario. Atrás de este clamor de angustia, podemos identificar la gran fe que lo dirigió a aceptar la voluntad del Padre. Sí, por cuanto Él sabía que Dios no permitiría que Su santo viera corrupción, y que Él hubiera de resucitar dentro de 3 días. Más allá del poder de la muerte, el Señor percibía el poder victorioso de la resurrección. No necesito escribir más nada respecto a la base de fe. Recordemos que más allá de sentimientos hermosos o dolorosos, sólo permanecen tres cosas: Fe, Esperanza y Amor.
Es muy importante que creyentes se aseguren de qué clase de Fe, Esperanza y Amor es que permanece. Solamente lo que recibimos conforme a la Palabra es lo que permanece para siempre. Les animo a que vivan de tal manera que sea digno del santo llamamiento de la Palabra. Que creyentes, que son herederos de la gloria, que sean ejemplos para otros para que así sean testigos del poder de Cristo para este mundo y el futuro. Les ruego que vivan conforme la Palabra de Dios para así despedir los poderes de tinieblas que a su vez generan dudas en su corazón.
La fe vencedora que despide las dudas viene al escuchar la Palabra de Dios. Solo permanecerá una iglesia basada en las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo, porque más allá de la protección de la Palabra de Dios es donde el destruidor está destruyendo. Guardemos Su Santo Testimonio.
Su hermano en Cristo,
Youcef Nadarkhani.
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