En un sistema solar muy lejano, a 5.000 años luz de la Tierra, en la constelación del Cisne, hay un planeta en el que se dan dos circunstancias hasta ahora extraordinarias.
La primera, que al final del día es posible observar cómo se ocultan dos soles en el horizonte, como sucedía en el planeta Tatooine, el hogar de Luke Skywalker en La Guerra de las Galaxias. La segunda, que se encuentra a una distancia de sus dos estrellas que le permitiría albergar agua en estado líquido, dentro por tanto de la región que se considera habitable.
La primera, que al final del día es posible observar cómo se ocultan dos soles en el horizonte, como sucedía en el planeta Tatooine, el hogar de Luke Skywalker en La Guerra de las Galaxias. La segunda, que se encuentra a una distancia de sus dos estrellas que le permitiría albergar agua en estado líquido, dentro por tanto de la región que se considera habitable.
Este planeta forma parte de Kepler-47, un sistema solar con dos planetas que orbitan en torno a dos estrellas descubierto por la sonda de la NASA Kepler. El hallazgo, que se publica en el número de esta semana de Science y ha sido presentado hoy en la reunión de la Unión Astronómica Internacional en Pekín, comprueba por primera vez que un sistema binario puede tener más de un planeta girando a su alrededor.
De los dos planetas, el interior tiene tres veces el diámetro de la Tierra y es demasiado pequeño como para obtener su masa y conocer si es un planeta rocoso o tiene otro tipo de composición. Se sabe, eso sí, que sus años duran 49,5 días. El planeta exterior tiene 4,6 veces el radio de la Tierra y sus años duran 303,2 días, casi igual que los terrestres.
Pese a encontrarse a una distancia de las dos estrellas que permitiría la existencia de agua líquida, la composición del planeta exterior, Kepler-47 c, probablemente un gigante gaseoso, no lo haría adecuado para la vida. No obstante, según señalan los autores del artículo, liderados por Jerome A. Orosz, de la Universidad del Estado de San Diego, su localización muestra que es posible la existencia de planetas dentro de la zona habitable en torno a sistemas binarios de estrellas. “No es probable que Kepler-47c albergue vida, pero si tuviera lunas grandes, serían mundos muy interesantes para su investigación”, afirmó William Welsh, el profesor de Astronomía de la Universidad del Estado de San Diego que presentó el estudio en representación del equipo científico de Kepler.
Soles que se eclipsan
Respecto a las estrellas que presiden este sistema, la principal es parecida a nuestro Sol, tanto en su masa como en su radio y domina el cielo de los planetas que la orbitan con una luminosidad 60 veces superior a la de su compañera. Como dos bailarines en un salón vienés, ambas estrellas giran en torno a la otra completando una órbita cada 7,5 días.
Este baile, según explica Roberto Sanchís-Ojeda, estudiante español de doctorado en el MIT (Massachusetts Institute of Technology) y firmante del artículo, produciría un peculiar efecto desde el punto de vista de un hipotético habitante de Kepler-47c. “Sería muy curioso, porque verías a los dos soles orbitando el uno alrededor del otro”, cuenta. “Por ese movimiento, en algunos momentos se eclipsarían y eso haría que, además del día y de la noche, la cantidad de luz que llega al planeta en cualquier momento variase”, añade.
En la búsqueda de un planeta rocoso similar a la Tierra que pudiese albergar agua, Kepler-47 muestra que, pese al caótico entorno alrededor de las estrellas binarias, es posible que se formen sistemas planetarios a su alrededor. Los autores del artículo concluyen que este nuevo hallazgo es una invitación a profundizar en la investigación que ayude a conocer similitudes y diferencias de los sistemas solares dependiendo del número de estrellas que los habiten.
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