2:1Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones,2:2desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación,2:3si es que habéis gustado la benignidad del Señor.
2:4Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,2:5vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.
2:6Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; y el que creyere en él, no será avergonzado.
2:7Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, la piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser la cabeza del ángulo;
2:8y: piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.