Los judíos y la ley

2:17 He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la ley, y te glorías en Dios, 2:18 y conoces su voluntad, e instruido por la ley apruebas lo mejor, 2:19 y confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas, 2:20 instructor de los indoctos, maestro de niños, que tienes en la ley la forma de la ciencia y de la verdad. 
 2:21 Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? 
 2:22 Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio? 
 2:23 Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios? 
2:24 Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros. 
2:25 Pues en verdad la circuncisión aprovecha, si guardas la ley; pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión viene a ser incircuncisión. 
2:26 Si, pues, el incircunciso guardare las ordenanzas de la ley, ¿no será tenida su incircuncisión como circuncisión?  
2:27 Y el que físicamente es incircunciso, pero guarda perfectamente la ley, te condenará a ti, que con la letra de la ley y con la circuncisión eres transgresor de la ley. 
 2:28 Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; 2:29 sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.